miércoles, 8 de diciembre de 2010

Perra que ladra si muerde (2da parte)

-¡Ja!.

Solte una carcajada a la nada por la forma en que mi transformación empezó. "Siempre e dicho que duele más una palabra mortal que cien latigazos en la espalda" De lo que restaba de mi infancia no es muy relevante lo que sigue, pasé dos semanas llorando la amarga pena que a mi corazón tierno lo afligia (estupideces infantiles).

Como es de suponerse si no confiaba en nadie ahora con todo esto mucho menos lo iva a hacer, mis cosas no las sabía nadie y si me pudiera desaser de mi sobra lo haría. Gustosas horas podría pasar completamente sola.

"Le di otra fumada al cigarro, viendo la luna veo en ella reflejos de mi adolescencia." Así es, llego otra etapa de mi vida, no fue bonita tampoco pero fue un paso más para convertirme en la sigiloza perra que soy (pido aplausos para esas alimañas que en sus tumbas se han de estar revolcando de sus penas y faltas... supongo que a mi me pasará lo mismo).

Entre a la secundaría, mi primer día de clases (que pena me doy), me sentaba hasta el final de la fila con cara de "si me hablas te muerdo", posiblemente por esa razón nadie se atrevía a dirigirme la palabra y para mi eso estaba mucho mejor.

Creo que me hice dos máscaras, una me la ponía en mi escuela donde esta era una cara fría con la mirada perdida y con ganas de no hacer nada ( era un rostro como de zombie), y la otra era una cara con una sonrisa falsa, de esas que tienen lentejuela dorada al rededor de la boca para destellar más la sonrisa (como las que usan en las obras de teatro para poder ocultar su verdadera identidad).

Pasó el tiempo y el primer semestre de la secundaria se iva a terminar, era invierno... hacía frio, mucho frío. Estabamos en el recreo y al regresar al salón para la próxima clase, abrí mi mochila y al sacar los libros cayo una cartita de color roja en forma de corazón al suelo.

"La curiosidad mató al gato"

En verdad que no estaba interesada en leer su contenido, pero digo, si ya estaba la carta en mis manos ¿Por qué no leerla?

Me falla un poco la memoría, pero esta decía algo asi:

"Hola, ¿te llamas Nina verdad?, bueno no me conoces y obviamente tu tampoco a mi jajaja, pero te me haces una niña muy linda y bonita, aunque no soy el único que piensa así decidí escribirte esta carta para ver si nos podemos conocer más por que tú,,, tú.. (hasta en la carta se trababa el pobre infeliz)... tú me gustas y mucho así que quisiera ver si podemos hablar o algo parecido. Te estaré esperando en la puerta a la salida, traigo una rosa roja en las manos para que me identifiques, esta rosa es para ti, y me gustaría que vinieras por ella."
Att: Anónimo

"Una fumada más al cigarrillo, como se notaba que la carta la hizo un niño de secundaria"

Tire la carta a la basura y me sente en mi banca como si nada, no le di importancia, pero creo que mi subconciente no tiro la carta junto con mi mano, la guardo en mi cabeza. Llego la hora de salir de la escuela, según yo no había salido nadie aún , así que a paso apretado traté de salir lo más rápido posible para evitar a "anónimo" a toda costa.

"Nunca sucedé lo que tu quieres, una segunda yaga se iva a implantar abajo de mi piel"

Al dar el primer paso fuera de la escuela creí haberlo logrado, di la vuelta para ir a tomar el camión, alguien me detuvo el paso agarrandomé el de la muñeca y volteandome hacia el de una manera un pco brusca cerre los ojos, al ir abriendo los ojos poco a poco pude observar dos cosas:

Esa persona era un poco más alta que yo, por lo cual a primera instancia no vi su rostro, pero la segunda cosa que vi no la podía creer, era una rosa roja la cuál sería el motivo de muchos dolores de cabeza y de otros muchos dolores diferentes más...

Continuará...

1 comentario:

  1. Hay no mames Migueel!!
    me fascina como escribes!!!
    espero la proxima entrada!

    Lily

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