Gracias

Tú fuiste el mejor maestro que me pudo enseñar cosas de la vida, eres ese mentor que me hizo percatarme del verdadero color de la vida y te agradezco el que siempre me hayas bajado de la nube en la que andaba perdida.

Al brindarme estas enormes lecciones pude lograr varias cosas; hiciste que mi paso fuera más firme para no dejarme caer cuando cruzara arenas movedizas, mi mirada siempre se mantiene rígida en todo momento para no bajarla y dar señal de debilidad o ingenuidad, fortaleciste mi cuerpo y mi alma para poder afrontar cara a cara los peligros de este mundo, me enseñaste a que si tropezaba y me caía me pusiera de pie, me sacudiera, limpiara lagrimas y siguiera a delante, y por ultimo y no el menos importante fue el que endureciste mi corazón con un material que es impenetrable.

¿Quieres saber como lograste cada una de estas cosas?...

Hiciste que mi pasos fueran más firmes cuando aprendí que todas las críticas que hacías de mis actos y que provocaban que dudara de que si lo que hacia estaba bien o mal era una forma de moldearme a tu gusto.

Hiciste que mí mirada siempre se mantuviera rígida cuando aprendí que ese brillo tan dulce y tierno que reflejaban tus ojos no eran más que una cortina negra la cual ocultaba a un hombre frío, soberbio y despiadado.

Hiciste que mi cuerpo fortaleciera cuando aprendí que esos golpes que me dabas fueron de gran ayuda para que mis músculos se desarrollaran y pudiera defenderme, fortaleciste mi alma al saber que esas humillaciones y daños a mi autoestima cuando me gritabas, me insultabas o me hacías sentir mal solo era una capa de acero que cubrió todo mi ser para que no pudiesen hacerme daño.

Hiciste que me levantará después de cada caída cuando aprendí que todo el dolor y las lagrimas que derrame por tus injusticias, traiciones y por la inmensa debilidad que me dominaba al sentir un gran amor por ti era la forma de forjar un escudo de oro para que no me volvieran a robar el corazón y me lo devolvieran hecho trizas.

Hiciste que mi corazón se endureciera cuando aprendí que lo que sentías por mi no era amor, era solo una atracción y me desplome en mil pesados por que yo se que a lo mejor tu no eras para mi, pero yo si para ti.

Con todo esto empecé a reflexionar varias cosas y yo siempre llegue a estas conclusiones:

El amor no existe ya que es algo que no sebe ni se toca y por lo tanto no tiene manera de comprobarse, y esas pruebas pueden tener intenciones de deseo o lujuria.

Los cuentos de hadas solo existen en las páginas de los libros que ayudan a que los niños sigan teniendo la dulce inocencia de no saber como es en realidad el mundo que los rodea.

Una persona que ama, quiere y da la vida por su pareja corre muchos más peligros que si estuviera en medio de un campo de guerra.

Aunque tu pareja te proyecte una imagen de decencia, que te tiene un profundo amor puro, sincero, la realidad es que eso solo es un disfraz muy buen puesto que se ira quitando a través de los años, de ahí viene el dicho que dice: “aunque la mona se vista se seda mona se queda”.

El amor los primeros días es un mundo de color de rosa, los primeros meses son gotitas de dulzura y los primeros años es un calvario donde se deben de hacer muchos sacrificios.

La pareja ideal no existe y lo que encontramos solo son espejismos provocados por el inmenso deseo de sentirnos amados.

Con todo lo que acabo de decir, solo te quiero dar las infinitas y más sinceras gracias; gracias por hacerme saber que ese cariño y eterno afecto que se supone que se siente por una persona cuando se es correspondido no existe y en una palabras más claras y sencillas “gracias por enseñarme de el modo más vil y cruel que el amor no existe”.