Continuación de la gallina degollada

Berta insistía con entrar por aquella puerta donde fluía sin ningun pesar aquel rio de sangre, pero Mazzini sabía que más haya de eso le destrosarían los nervios a Berta.

-¡Sueltame!- ¡Bertita, Bertita!

Con aquella fuerza que provino de un lugar ineplicable Mazzini fue a dar a un costado de la entrada de aque lugar.

- ¡Ahhhhh!

Pronuncio después de ver que la cabeza de su hija ya no estaba en su lugar.

Uno de los idiotas tenía sus manos en las piernas de la niña, dos más en cada brazo y el restante sostenía un cuchillo que estaba barnizado con sangre fresca.

¿Fue malo lo que hicieron aquellos seres móviles pero sin uso de la razón?

Aquellos hijos idiotas solo repitierón una acto igual en el que estuvieron presentes, solo que sustituyerón a la gallina por algo más.

El mundo donde Berta lograba sobrevivír aún llevando la maldición que ella y Mazinni provocarón se fue desmoronando piedra por piedra. Y pensar que procreo el hilo negro con el cual sería cosido su frágil corazón.

-¡Bestias idiotas!. Fue lo último que grito Berta antes de hecharze a llorar y de tratar de arrancarze los cabellos de la desesperación.

Sus ojos no podían observar más la escena donde ni aquel que tuviera los nervios de acero la podría soportar y no presisamente por la vitalidad derramada, si no por la mirada blanca en los ojos de esos idiotas y esa sonrisa macabra cubierta de baba donde aquella se mezclaba poco a poco con aquel tiño rojo con el que se decoró el suelo.

No creo que sea al nivel de Horacio de Quiroga pero este es el final que seme ocurrio alternativo del que aquel escritor plasmo en papel.